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lunes, 2 de julio de 2018

EL TAPIZ - Fanny Uzcátegui

Fanny Uzcátegui Baumeister (Boconó, 1932-2012). Docente, promotora cultural y escritora venezolana, quien desarrolló una extensa y reconocida obra dirigida a los niños y adolescentes. Sus canciones, poemas y cuentos infantiles fueron incluidos en diversas publicaciones, como las revistas Tricolor, Natura y Frontera, entre otras. El cuento que aquí les dejo forma parte del volumen Leer a la orilla del cielo: antología de cuentos venezolanos para niños (2017), de la también escritora venezolana Laura Antillano.



EL TAPIZ


Carátula de: Leer a la orilla del cielo (el perro y la rana - 2017), compiladora: Laura Antillano
Una tarde, Madre Naturaleza estaba sentada en la mecedora, a la puerta de su casa. Sobre sus rodillas descansaba el cesto tejido donde se apretaban los ovillos de colores.

Hacía mucho tiempo la Tierra le había pedido que le hiciera un tapiz para adornar su paisaje. Para complacerla, Madre Naturaleza comenzó a bordar un lugar tropical lleno de verdes azules y de amarillos, y de todos los colores del arcoiris.

Primero hizo un mar azul y lo salpicó de espuma, de pájaros y de islas. Luego bordó bosques y sabanas con todos los tonos del verde: oscuro para las selvas, tierno para las praderas, casi amarillo para los pastizales del llano, y azul lejano para las distantes montañas.

Con los hilos azules que le habían sobrado, sembró el verde tapiz, de ríos ondulantes como culebras perezosas. Con su aguja bordó también un lago grande para que se reflejara la luz del sol como un espejo; y para que no estuviese solo en la vasta geografía, creó una hermana más pequeña, tan bella como él.

A la laguna, como a una muchacha coqueta, le cosió en su superficie veintidós islitas que parecían veintidós moñitos en su cabeza de cristal. Más tarde el lago recibió el nombre de Maracaibo y la laguna, el de Valencia.

Como todavía quedaban algunas hebras en la mano, tejió con ellas un río tan ancho y grande que casi no cabía en el tapiz. Lo colocó en torno a la Tierra como un hermoso y resplandeciente cinturón. Hoy es el padre de los ríos y se llama Orinoco.

Hecho todo esto colgó el último trozo de lana azul desde un elevado cerro y lo dejó caer hasta el corazón mismo de la selva. Y nació elChurún-Merú o Salto Ángel, la caída de agua más alta del mundo.

El tapiz estaba quedando hermoso pero un poco plano. Le hacía falta relieve. Con los colores ocres, grises, negro y blanco Madre Naturaleza construyó una imponente cordillera que colocó al oeste del bordado. A otra cordillera más pequeña la ubicó frente al mar. La grande es la Cordillera de Los Andes y la chiquita la de La Costa. Para que el sol no perdiera su rumbo hacia el tapiz, bordó un gorrito blanco para la cumbre más alta de la Cordillera de Los Andes, así el Pico Bolívar luce siempre un sombrero de nieve, que al lanzar destellos plateados guía al astro rey por el camino correcto.

Para hacer la obra más colorida, su mano sabia lanzó al viento todos los pedazos de lana que quedaban en el cesto, y el tapiz se cubrió de flores, de sabrosos frutos, de multitud de animales que habitaron las aguas, los árboles, la tierra, y que surcaban el aire pintándolo de luz y armonía.

Antes de finalizar, como último y generoso regalo, escondió en el subsuelo abundantes riquezas minerales: petróleo, oro, hierro, diamantes… para que los futuros habitantes los usaran cuando tuviesen necesidad de ellos.

Era ya tarde cuando terminó el bordado. Madre Naturaleza, cansada, se quedó dormida con una sonrisa de satisfacción en el rostro. Sobre sus piernas descansaba la obra más hermosa que sus manos habían hecho. Y en el borde del telar, en letras formadas por la luz de las estrellas, podía leerse claramente el nombre del país que esa tarde había regalado a la Tierra: VENEZUELA.

5 comentarios:

  1. Estimada Adriana: Gracias por compartir este bello cuento, salpicado de mucha imaginación y creatividad. Abrazos fraternales, Chente.

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  2. Adriana, gracias! Hermoso cuento.
    Lástima que cada día nos en cargamos de acabar con nuestra hermosa naturaleza.

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  3. Mil gracias, don Vicentte y Martha, por sus lecturas y comentarios! Me alegra que hayan disfrutado este cuento. Hasta un próximo texto!

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