La vida no es otra cosa que un gran conjunto de historias: la de nuestro país y la de nuestra familia; la que nuestros padres imaginaron para nosotros cuando aún no nacíamos, las que nos contaban antes de dormir, las que nos suceden todos los días y las que escuchamos esperando en un café, sentados en un bus o haciendo la cola en un banco; las que nos confían nuestros amigos en calidad de secretos inconfesables; las que vemos en las películas o leemos en los libros; las que creamos, las que nos crean... Contamos –y nos cuentan– historias permanentemente, y hay quienes hacen de narrar algo más que una simple actividad cotidiana, convirtiéndola en su modo de vivir y de estar en el mundo.
Uno de esos personajes hechos de historias, cuya vida, además, parece un maravilloso cuento, es el invitado de esta entrevista: Armando Quintero Laplume. Uruguayo de nacimiento, venezolano de corazón, es docente de literatura, escritor, ilustrador y cuentacuentos; la palabra ha sido la gran protagonista de su vida, tanto en lo personal como en lo profesional, y haberlo conocido fue uno de los mejores regalos que recibí en el 2017.
Conversar con él, leer sus cuentos o ver sus presentaciones de narración oral es asistir a momentos llenos de una magia indescriptible, y descubrir a una persona que nos devuelve la fe en la imaginación y la fantasía, regalándonos un sinfín de sonrisas y de invaluables lecciones de vida. Es por ello que me complace enormemente presentarles el maravilloso diálogo que sostuvimos una tarde de diciembre, hace ya algo más de un año, en un lindo parque de Caracas.
Espero que disfruten esta entrevista tanto como yo, y agradezco a la vida el privilegio de poder conocer y compartir con personas como Armando Quintero Laplume, un abuelito literario a quien admiro y aprecio con todo el corazón.
Con ustedes, sin más preámbulo, las “Confesiones” de Armando Quintero Laplume.