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lunes, 5 de julio de 2021

MILAGROS – María Elena Lorenzin

María Elena Lorenzin (Jáchal, San Juan, Argentina). Escritora argentina. Licenciada en Letras, Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza y doctorada en la Universidad de Flinders, Australia. Ha publicado dos libros de microrrelatos: Microsueños (2008) y Parricidio (2018) ambos en Editorial Asterión, Santiago.  Sus textos han sido recogidos en múltiples antologías. Las más recientes son: No somos invisibles. Antología de Microficcionistas de Latinoamérica, compilada por Claudia Cortalezzi (Ed. Luvina, Buenos Aires, 2021); Mínimas Máximas (Red de Escritoras Microficcionistas, Santiago, 2021); Instantáneas: Microantologías de Minificción Hispanoamericana. Conexión Nortesur (Magazzin Internacional, 2021); Antología Hispanoamericana de Microficción: “En pequeño formato” (Editorial Digital Eos/Villa, Buenos Aires, 2021); Brevestiario. Antología de Minificciones (Revista Brevilla, Santiago, 2021); A puerta cerrada (Quarks Ediciones Digitales, Lima, 2020); Relatos entrecruzados (Editorial Mapalé, Ottawa, 2020); Mosaico. Microficciones sobre discapacidad (Parafernalia Ediciones Digitales, Managua, 2020) –que incluye el texto que aquí les presento-; Campanadas. Microrrelatos navideños (Quarks Ediciones Digitales, Lima, 2020) y Pilar en Corto, vídeo-antología (Pilar, 2020). Además, es miembro fundador de REM. Red de Escritoras Microficcionistas.

Cuento que se publica íntegramente, con la autorización de María Elena Lorenzin.




MILAGROS

Carátula de: MOSAICO: microficciones sobre discapacidad (Parafernalia Ediciones Digitales, Nicaragua - 2020), varios autores (complicado por Adriana Rodríguez y Homero Carvalho Oliva)

Sus acongojados padres la bautizaron Milagros con la esperanza de que Dios se apiadara de ella y así fue. Milagros nunca sintió la carencia; por el contrario, dio alas a sus pies para llevar a cabo las actividades más diversas. Sin brazos, aprendió a escribir con buena caligrafía y a tejer sus propios suéteres. Una a una fue agregando nuevas metas, sobresaliendo en todas y ahora es una talentosa artista plástica. Su fama de pintora sin brazos la ha llevado alrededor del mundo y lo que le faltaba lo ha encontrado en París, la ciudad del amor.

Una hermosa tarde de otoño, mientras pintaba en Montmartre, conoció a Paul, el amor de su vida, a quien algún duende maléfico le había escamoteado, sin piedad, las piernas.

El abrazo de ambos fue, a su manera, perfecto.

4 comentarios:

  1. Felicitaciones. Tienes una imaginación que transporta

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  2. ¡Hermoso! Dicen que cuando una persona recibe un nombre recibe un destino. Si bien es una afirmación con la que no acuerdo tanto, en este relato parece cierta. Sin embargo, lo que sí me gustaría destacar es que invita a pensarnos a cada una y cada uno como creadores de nuestro destino. Imagino que no es fácil pero sí posible.

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  3. Gracias Teresita por tu comentario. Creo que los nombres son importantes, nos definen pero no nos determinan. Hay nombres dulces, como Emilia, y otros duros como Olga. No se me ocurriría nombrar Soledad a una hija por más que me guste ese nombre. Mi primer nombre es María y me encanta y el segundo Elena, luna en
    griego. Me gustan mis nombres y no me imagino con otros.

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