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lunes, 2 de agosto de 2021

LA CONCIENCIA - Adela Zamudio

Paz Juana Plácida Adela Rafaela Zamudio Ribero (Cochabamba, Bolivia, 1854-1928). Escritora boliviana. Fue una de las pioneras del feminismo en su país, además de haber contribuido con la formación de niñas y jóvenes como docente en la escuela católica de San Alberto, de su ciudad natal -donde ella misma recibió instrucción hasta el tercer grado, como era costumbre en la época-, como directora de la Escuela Fiscal de Señoritas y como fundadora de una academia de pintura en Cochabamba (1901) y del Liceo de Señoritas (1916), que en la actualidad lleva su nombre. Escribió artículos en los que expuso ideas progresistas en pro de las mujeres para El Heraldo de Cochabamba, donde también difundió su poesía, bajo el seudónimo "Soledad". Publicó, en vida, los libros Ensayos poéticos (poesía, 1887); Íntimas (novela epistolar, 1913) y Ráfagas (poesía, 1913); y se integran a su bibliografía los volúmenes póstumos Novelas cortas (cuentos, 1942); Peregrinando (poesía, 1943); Cuentos breves (1943); Rendón y Rondín (cuento, 1976); Poesías (1993); Poemas (2006); Cuentos (2013) y Siete mejores cuentos (2020) -donde figura el texto que aquí les presento-. En su honor, el 11 de octubre de cada año se celebra el día de la mujer boliviana.




LA CONCIENCIA

Carátula de: Siete mejores cuentos (Tacet Book - 2020) de Adela Zamudio

Acababa de cometer un crimen, y horrorizada llamé en mi auxilio a la religión.

Con ademán solemne, la religión puso en mis manos una moneda, cuyas dos caras representaban mis buenas y malas acciones.

Emprendí la subida por un sendero escarpado que se elevaba al cielo, y al avanzar, examiné la moneda.

Desde luego, hallé pintada en ella, con vivo colorido, toda la fealdad odiosa y repugnante de mi mala acción. Rápida, instintivamente, volquéla al punto, y en el reverso, traté de descubrir, con trabajo, algunas sutiles circunstancias que atenuaban mi culpa.

Así marché examinando alternativamente, las dos caras opuestas de la moneda. Mas, como siempre que fijaba mis ojos en el mal lado, sentía la punzada insufrible del remordimiento, di en examinar con más frecuencia el lado bueno', en el cual fui descubriendo multitud de razones y circunstancias, cada vez más marcadas, que, no solamente disculpaban, sino que justificaban aquella acción.

Y sucedió que cuando más examinaba el lado bueno, los caracteres fuertemente grabados en el mal lado fueron debilitándose poco a poco, hasta quedar casi borrados.

Cuando llegué a la cumbre de aquel sendero, me arrodillé a los pies de la Religión y confesé sinceramente mis pequeñas culpas, más no aquella, que, a fuerza de sofismas, se había convertido a mis ojos, en una acción laudable.

7 comentarios:

  1. Todo crimen, a los ojos del ejecutante, siempre se justifica. Muy buena publicación.

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  2. Muy bueno. Nos invita a pensar también en aquellas cosas que hacemos en lo cotidiano y que aún lastimando a otras personas solemos justificar. Gracias por compartir.

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  3. Maravillosa crítica a los rituales sin trasfondo, a las creencias sin análisis. Gracias por el maravilloso texto.

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  4. Muuy buen trabajo de Adela Zamudio, un ícono de la literatura boliviana.

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  5. Que Tipo de cuento es

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