Eliana Soza Martínez (Potosí, 1979). Comunicadora y escritora boliviana. Colabora, como columnista, en el semanario Tupiza es Noticia de Bolivia. Fue incluida en la Antología Iberoamericana de Microcuento (2017), compilada por Homero Carvalho Oliva. Formó parte del libro colectivo Armario de letras (2018), de la Editorial Caza de Versos de México; también del libro Sombras en la Obscuridad (2018), de la REED Potosí (Red de escritores Potosinos). Entre mayo y julio de ese mismo año, seis microcuentos suyos son seleccionados para ser publicados en la Revista española Historias Pulp: Paradojas y Onomatopeyas. Ha publicado los libros Seres sin Sombra (2018), primer libro de cuentos enteramente de su autoría, y, junto a la Editorial Soy Livre, la antología de cuentos de terror Macabro Festín (2018). Además, participó como invitada en el I Encuentro Internacional de Microficción de la Feria del Libro en Santa Cruz, así como en la Feria Internacional del Libro en La Paz, evento en el que fue leído el cuento inédito que aquí les presento. Cuentos suyos han sido publicados en revistas literarias de México, Argentina, Chile y Colombia.
Cuento que se publica íntegramente, con la autorización de Eliana Soza Martínez.
EL NACIMIENTO
Los dolores de parto comenzaron a la una de la madrugada, retortijones que aumentaron en intensidad, no era suficiente gritar y llorar para sacar el dolor fuera, intentar romper la mano de Javier sí.
La partera llegó a las dos, una hora y media el dolor la torturó sin que nada pudieran hacer todas las vecinas que la acompañaban. Después de luchar para que aquel niño naciera, a las 3:33, lo hizo con un imperativo grito que estremeció a todas las que estaban en la habitación.
La partera, al divisar la cabeza del neonato llena de sangre coagulada, no vio nada especial además del tamaño desmedido del cráneo; pero cuando lo tuvo entre sus brazos y lo empezó a limpiar, casi se desmaya, nunca había visto una criatura de ese tipo, todas empezaron a gritar y a escapar, dejando sobre la nueva madre al recién nacido; ella, orgullosa, y con una sonrisa macabra, empezó a lamer a su cría.
Curioso cuento. Gracias por compartir. Un abrazote, Chente.
ResponderEliminarHermoso trabajo, qué final.
ResponderEliminarEsta buenazo...
ResponderEliminarMuy buena descripción de un nacimiento, para una madre su hijo siempre será amado.
ResponderEliminarAcaso la madre se llama Rosmery?
ResponderEliminarEso no me lo esperaba. Sorprendente
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