Juan José Arreola Zúñiga (Zapotlán el Grande —actual Ciudad Guzmán—, 1918 – Guadalajara, 2001). Editor, docente y escritor mexicano. A temprana edad se desempeñó como encuadernador, trabajador de imprenta y actor de radionovelas y obras teatrales. Entre 1943 y 1945 fue colaborador del periódico El Occidental, de Guadalajara, como articulista y jefe de circulación. También trabajó como traductor, redactor y corrector en el departamento técnico del Fondo de Cultura Económica y como docente en El Colegio de México, en la escuela de Teatro del INBA y en el Centro Mexicano de Escritores. En el transcurso de su exitosa y nutrida carrera literaria, publicó los libros Sueño de Navidad (cuento, 1941); Hizo el bien mientras vivió (1943); Varia invención (cuentos, 1949); Confabulario (cuentos, 1952); La hora de todos (1954); Confabulario total (cuentos, 1962); La feria (novela, 1963); Palíndroma (cuentos, 1971); Bestiario (cuentos, 1972) –volumen al que pertenece el texto que aquí les presento-; La palabra educación (ensayo, 1973); Y ahora la mujer (ensayo, 1975); Inventario (ensayo, 1976); y "Tú y yo somos uno mismo" (1988); entre otros. Fue galardonado con el Premio Jalisco de Literatura (1952); el Premio Xavier Villaurrutia (1963); el Premio Nacional en Letras de México (1979), el Premio Juan Rulfo (1992); el Premio Alfonso Reyes y el Premio Ramón López Velarde.
LA BOA
La proposición de la boa es tan irracional que seduce inmediatamente al conejo, antes de que pueda dar su consentimiento. Apenas si hace falta un masaje previo y una lubricación de saliva superficial.
La absorción se inicia fácilmente y el conejo se entrega en una asfixia sin pataleo. Desaparecen la cabeza y las patas delanteras. Pero a medio bocado sobrevienen las angustias de un taponamiento definitivo. En ayuda de la boa transcurren los últimos instantes de vida del conejo, que avanza y desaparece propulsado en el túnel costillar por cada vez más tenues estertores.
La boa se da cuenta entonces de que asumió un paquete de graves responsabilidades, y empieza la pelea digestiva, la verdadera lucha contra el conejo. Lo ataca desde la periferia al centro, con abundantes secreciones de jugo gástrico, embalsamándolo en capas sucesivas. Pelo, piel, tejidos y vísceras son cuidadosamente tratados y disueltos en el acarreo del estómago. El esqueleto se somete por último a un proceso de quebrantamiento y trituración, a base de contracciones y golpeteos laterales.
Después de varias semanas, la boa victoriosa, que ha sobrevivido a una larga serie de intoxicaciones, abandona los últimos recuerdos del conejo bajo la forma de pequeñas astillas de hueso laboriosamente pulimentadas.
Hermoso! Casi parece un cuento de terror! Cómo detalla la digestión, digamosle, de la boa es genial.
ResponderEliminarMACABRO....muy parecido a lo que algunos políticos hacen con nuestros pueblos.
ResponderEliminarno sabes cual es el ambiente y la atmosfera xfas
EliminarMientras lo leía me imaginaba una realidad, la que estamos viviendo en muchas partes del mundo, los políticos nos están engullendo y nos nos damos cuanta.
ResponderEliminarQue eoso
ResponderEliminar