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lunes, 11 de octubre de 2021

TELMA Y LAS ARAÑAS – Angélica Santa Olaya

Angélica Santa Olaya (ciudad de México, 1962). Historiadora, docente y escritora mexicana. Maestra de Creación Literaria para el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). Egresada de la UNAM, ENAH y SOGEM. Ha desarrollado una brillante carrera literaria, durante la cual textos suyos han sido incluidos en 80 antologías internacionales de minificción, cuento, poesía y teatro, así como en diversos diarios y revistas en América, Europa y Medio Oriente. Es autora de 15 publicaciones de poesía, cuento, minificción y novela. Feisbuqueo, luego existo (2017) es su primer libro de minificción y 69 Haikus (2014; 2019) fue el primer libro de literatura mexicana presentado y difundido en Emiratos Árabes Unidos en 2015. Ha obtenido diversas distinciones, tales como el Primer Lugar del Concurso de Cuento Breve del diario El Nacional (1981); Primer Lugar del Concurso de Cuento Infantil Alas y Raíces a los niños (Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato, 2004); Segundo Lugar del V Certamen Internacional de Poesía Victoria Siempre (Argentina, 2008); Mención Honorífica en el Primer Concurso de Minificción IER/UNAM En su tinta (2020) y Segundo Lugar en el Concurso Semanal Crónicas de un virus sin corona (UACM, 2020). Homenajeada en 2015 por la Universidad Autónoma del Carmen. Traducida al rumano, portugués, inglés, italiano, catalán y árabe. Miembro de los colectivos internacionales Minificcionistas Pandémicos y Red de Escritoras de Microficción REM. El texto que leerán a continuación forma parte del libro Mosaico: Microficciones sobre discapacidad (2020).

Cuento que se publica íntegramente, con la autorización de Angélica Santa Olaya




TELMA Y LAS ARAÑAS

Carátula de: MOSAICO: microficciones sobre discapacidad (Parafernalia ediciones digitales, Nicaragua - 2020), varios autores

Telma escribe cosas muy bonitas.  Cosas como “en mi mano crece un sueño azul”. Quisiera saber dónde encuentra esas palabras tan llenas de colores.  Quizá tiene un escondite en el que guarda las letras.  Pero nunca lo sabré porque no habla con nadie.  Pasa la mañana sentada en el rincón donde se esconden las arañas. ¿Será que habla con ellas y nosotros no la oímos?  A lo mejor tienen un lenguaje secreto. Telma no escucha a la maestra.  Y ni falta que hace porque lo que escribe es más bonito que las tablas de multiplicar. Su juego preferido es mirar y escribir los colores. Yo creo que, de tanto mirarlos, se le meten por los ojos como un hilito que llega a sus brazos, a sus manos, a sus dedos… y es cuando pone los colores en el papel. Estoy segura de que su corazón es un arcoíris. La maestra recoge los papeles que Telma escribe y nos lee. Y así sabemos que no habla porque está muy ocupada pensando esas cosas tan lindas que luego, ella y las arañas, nos regalan. Quizá un día escriba sobre la callada magia de atrapar amigos con palabras-telaraña. Ojalá.

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