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lunes, 20 de marzo de 2023

LOS AÑOS DORADOS – Gisela Kozak Rovero

Mi gusto por la lectura empezó cuando tenía quince años y, he de confesarlo, en aquel tiempo nada resultaba más inconcebible para mi voracidad lectora que la relectura: el placer de descubrir nuevas historias, de conocer más y más autores, de sumergirme en tantos universos diferentes me hacía juzgar al acto de volver a un libro ya leído como poco atractivo, por decir lo menos. Por fortuna, con el paso del tiempo comprendí que se trataba de un error, y que la riqueza de la literatura es, justamente, la posibilidad de releer un libro y encontrar en él nuevas capas de sentido, de reenfocarlo a la luz de nuestras experiencias vitales y sintonizar con ideas que nos pasaron desapercibidas en ocasiones anteriores, en fin... Todo esto vino a mi cabeza cuando releí Pecados de la capital y otras historias, de mi queridísima Gisela Kozak Rovero: me reencontré con su verbo mordiente, con su fina ironía y con esa capacidad que tiene para poner en tensión eso que la sociedad nos dice que somos y que, en consecuencia, creemos o damos por sentado sobre nosotros y sobre quienes nos rodean; lo cual, en tiempos de tanta corrección política, agradezco enormemente. Por todo ello les invito a animarse a leer (y releer) el cuento que les dejo más adelante, Los años dorados.

Cuento que se publica íntegramente, con la autorización de Gisela Kozak Rovero




LOS AÑOS DORADOS

Carátula de: Pecados de la capital (Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, Venezuela - 2005), de Gisela Kozak Rovero

16 Y Jehová habló a Moisés diciendo:
17 Habla a Aarón y dile:
Ninguno de tus descendientes
por tus generaciones,
que tenga algún defecto,
se acercará para ofrecer el pan de su Dios.

Levítico, 21. Antiguo Testamento

13 Mejor es el muchacho pobre... que el rey viejo.

Eclesiastés, 4. Antiguo testamento

«No me mueve interés personal alguno. La decisión de presentar mi candidatura a la consideración del país nacional se funda en el hondo sentido de responsabilidad cívica que anima mis propósitos. Veo con angustiosa preocupación la ausencia de unas manos firmes, limpias de todo compromiso con organizaciones sumidas en la obsolescencia e incapaces de satisfacer las demandas de un pueblo sumido en la más profunda desesperación. Antes de presentar los lineamientos fundamentales de nuestros proyectos, ofreceremos a su consideración un video que muestra el resultado de varias consultas a diversos sectores de la sociedad civil: intelectuales-deportistas, modelos, científicos, profesores de literatura y feministas. Los consultados con sus alegatos me han convencido plenamente de la conveniencia de llevar a cabo lo que he llamado "solución radical" respecto a la vejez. Por favor: ¿los técnicos serían tan amables de transmitir para la juventud que gentilmente nos escucha la recopilación hecha por nuestro jefe de prensa, quien fungirá de presentador?».

La enorme pantalla colocada en el estacionamiento del Poliedro de Caracas se ilumina y antes de que el sonriente presentador aparezca en pantalla, el público lee el título del primer testimonio o pregunta por él en el caso de los analfabetas:


Tras las huellas de Jane Fonda

El presentador comienza a hablar con voz de barítono:

«Estamos en un gimnasio olímpico. Ese ágil caballero que hace graciosos movimientos en las anillas —vean qué bella figura, el "Cristo", ¿no?— es el presidente de la Asociación Civil J.F.» Un arrobado público de dulces veinteañeras contiene la respiración; al final de cada pirueta resuenan alaridos de entusiasmo... El presidente se ha quedado inmóvil, parado de manos sobre un potro y de cara a los presentes, señal de que les dirigirá la palabra».

El líder empieza su discurso:

«Desde este honorable recinto declaro formalmente inaugurados los actos conmemorativos de la primera aparición de J.F. en la gran pantalla. Comenzaremos por definir las líneas de acción de la Asociación, una vez que J.F., muera, desintegrada por las arrugas o condenada por dedicar menos tiempo del necesario al work-out. La respuesta es muy simple: las instituciones deben continuar independientemente de quien las motive. En segundo lugar, es necesario tomar medidas tendentes a frenar la proliferación de falsificadores de partidas de nacimiento, problema cuya causa nos imputan ciertos sectores de mezquinos intereses. Volviendo al primer punto, deseamos reiterar pública y enérgicamente el principio rector de nuestra labor: no nos importa que las interfectas sean de cincuenta con tal cumplan con los requisitos adecuados, es decir, cero rollos —mentales y en la cintura— y la divina vitalidad de una adolescente. Si este ideal no es posible, es evidente que hay que tomar medidas radicales, como las sugeridas en repetidas oportunidades por el candidato de nuestra preferencia. En este sentido, nosotros, como vanguardia de agitación, debemos ser los primeros en colaborar. Propongo una vigorosa campaña que ayude a fomentar la conciencia juvenil en nuestra población femenina —y en la masculina también, no hacemos diferencias. Para tal fin hemos producido un millón de copias del video en el que nuestra grácil inspiradora divulga los secretos de su éxito: cremas, ejercicios, dietas, cirugía, hormonas, láser, maquillaje, más ejercicio, aparatos, pastillas, inyecciones, masajes, tintes, ácido glicólico, vitaminas, más ejercicio, psiquiatras, psicólogos, endocrinólogos, ginecólogos, cómo ganarse la lotería y autofinanciarse, aeróbicos, anaeróbicos, flexiones, abdominales...»

La imagen se congela. El público manifiesta atronadora-mente su respaldo. Algunos maridos celosos por el éxito del intelectual-deportista entre sus mujeres, comienzan a gritar: «Ese tipo es marico». Los homosexuales presentes corean: «Y tú con tres rones también». Estalla una riña, sofocada rápidamente por las brigadas de orden. En la pantalla el presentador enseña todos los dientes y dice:

«Bueno, creemos que ya es suficiente; cumplimos con informar que el discurso oído fue objeto de una ovación extraordinaria, digna recompensa para este personaje emblemático de los arrestos de nuestras fuerzas vivas. Incluso, hasta yo corrí y grité entusiasmado, cuando el presidente se lanzó del potro a las anillas sin transición...»

En la pantalla brilla el segundo título:


Un problema de conciencia

Un hermoso paisaje otoñal deslumbra a los presentes, literalmente sumergidos en un lago de luz dorada. Una mujer madura y muy bien vestida confunde al público que no sabe si pitar o hacer ruidos guturales. Una legión de alegres lesbianas aplauden con afán hasta que la indecisión general las silencia. El presentador vuelve a la carga:

«Esta modelo en decadencia, pero aún hermosa —dice el presentador en un alarde de galantería cuya respuesta es una pita proveniente de los sectores radicales— modificó sustancialmente su visión de la vida a raíz de una experiencia que la marcó para siempre»:

«Ninguna modelo quería hacerlo. Cuando me propusieron el trabajo yo tenía veinticinco años, y ni siquiera las propagandas de productos Revlon y perfumes Dior eran capaces de sostener una carrera en franca decadencia. El comercial era esplendoroso. Un hangar sembrado de hermosos aviones, donde los tonos crema y verde sólo se interrumpían con la llamarada azul de los ojos del modelo, a quien le tocó fungir de mi alumno en la Escuela de Aviación. Los locutores hablaban con voces graves y muy bien moduladas. El grato sonido del guau del joven contenía resonancias eróticas perturbadoras. Hasta yo me compré la crema y me la pongo todos los días. No vayan a creer que acepté ese compromiso laboral con vistas a sostener mis éxitos: hoy, con veintiséis años, estoy retirada. No. Lo hice por un imperativo moral: ¿Cómo contener la ola de suicidios entre mujeres asustadas por un árido futuro sin la grata compañía del amor? A nadie le gusta pensar que la boca del cañón se acerca...»

La imagen se oscurece pero en fracciones de segundos vuelve a iluminarse. Aplausos, lágrimas de muchas mujeres y hurras del lado de las lesbianas. Los homosexuales masculinos se unen a ellas. «Probablemente si fuese un hombre estarían de lado de los radicales», protestan algunas mujeres enojadas por la indecisión de algunos maridos frente a la ex modelo. Desde luego las celosas esposas no manifiestan aprobación. El serio rostro del presentador, mostrado en primer plano, impresiona al público y lo silencia. Profiere incisivas palabras:

«Sin comentarios, señores.» 

El tercer título aparece:


La ciencia al día

Una despampanante rubia está sentada detrás de un escritorio. Conmoción en las braguetas del público masculino manifestada con silbidos y ruidos guturales. La cámara enfoca hacia la derecha. La mujer se encuentra en un laboratorio. La voz del presentador suena de nuevo:

«Una de las inquietudes más importantes de la sociedad actual es la de hallar las estrategias convenientes para educar cabalmente a la población en la idea de rechazar la vejez sin ambages. Una joven científico, de nórdica apariencia como pueden observar, ha dado con una de las claves para entender por qué la gente después de los cuarenta desea seguir viviendo. En sus investigaciones, la bióloga, de origen franco-venezolano, ha aislado un gen que posee la particular función de desencadenar un proceso, a nivel de la hipófisis y las glándulas reproductoras, cuyo resultado inmediato es el de segregar una hormona que permite al individuo creer a pie juntillas que le queda "toda una vida por delante". Esta prometedora candidata al Nobel declara»:

«El prejuicio de algunos sectores en relación a una actividad conjunta entre la ingeniería genética y los planificadores de los Nuevos Proyectos Sociales, debe terminar de manera definitiva. Las ciencias postmodernas han entendido que las personas a partir de cierta edad no cumplen otra función relevante, más allá de acumular bienes para hijos y nietos. Hemos logrado aislar el gen desencadenante de ese nefasto mecanismo de defensa que lleva a las personas mayores a darle la espalda a la realidad; el siguiente paso es su progresiva eliminación en dos o tres generaciones. Si se dedican tantos recursos a los conflictos bélicos, es inmoral no tomar en cuenta la necesidad acuciante de racionalizar el ciclo vital humano, de acuerdo a las inéditas exigencias del mundo de hoy.»

Aplausos atronadores. El candidato llora de emoción al notar que un enorme grupo de jóvenes radicales y moderados, heterosexuales u homosexuales, machos o hembras, blancos y negros bailan una danza guerrera.

Cuarto título:


Lengua, literatura y vida

«Representa un signo de los tiempos que en esta época de confusión moral, una voz proveniente de las puertas de la senectud se lance en briosa defensa de sus "agresores", tal como nos definen los enemigos del progreso y la salud. Esta profesora de literatura, de treinta y cinco años, coincide plenamente con nuestros revolucionarios principios»:

«En primer lugar, la lengua misma nos indica el poder hechizante de la juventud: espíritu joven vs. espíritu viejo, moto nueva vs. moto vieja, pujante juventud vs. decadente vejez, en la flor de la vida vs. el ocaso de la vida, juventud/primavera vs. invierno/vejez. Por supuesto, la lengua se constituye también en instrumento de falacias y contradicciones: "La juventud se lleva en el alma" es una de las más extendidas. Por supuesto, semejante cosa sólo se concibe como un estúpido subterfugio de cardíacos y ajados. La vitalidad, la audacia y la belleza son cualidades de índole cronológica. Un espíritu adolescente no sirve para nada si sopla entre los retruécanos de una ruina. Sumémosle a lo anterior el vivo testimonio de la literatura, testigo de excepción del acontecer postpúber de la humanidad. No en balde, Gilgamesh se entregó a la frenética búsqueda de la fuente de la juventud. Dios castiga a Adán y Eva, entre otras penas, con el envejecimiento. Los indios navajos en sus leyendas contemplan la vejez como una señal del mal sobre la Tierra. Los dioses griegos eran siempre lozanos, y el mayor premio para un favorito no era ni siquiera la inmortalidad, sino la eterna frescura adolescente. A nadie se le ocurre una Ofelia con líneas de expresión, una Beatriz cuarentona o un Amadís canoso. Imagínense ustedes la escena del balcón en Romeo y Julieta: piensen por un momento en Romeo calvo y barrigón, quizás impotente, su tensión altísima dado el susto y con una crisis de lumbago por el esfuerzo de subir las escaleras... Ni hablar. ¿Y qué hay de una Julieta celulítica, mostrando sus arrugas a la luz de la luna, osteoporóstica y amargada por cientos de historias de hijos ingratos? No. La experiencia cotidiana indica que mientras más años, más complicaciones. El decir popular afirma que son mejores dos quinceañeras que una treintona. ¿Para qué cargarse de años entonces? Los privilegiados que no han llegado a edad funesta tienen razón».

Aplausos corteses. No se sabe si el comedido entusiasmo es producto de las referencias literarias, poco conocidas por el público, o de la respetable y matronil apostura de la entrevistada, brillante académica de la Universidad Simón Bolívar, institución situada en las adyacencias de Caracas. Por segunda vez durante el mitin, el público, integrado por individuos de muy diversa procedencia, concuerda en su reacción ante la información presentada en el video.


De venganzas feministas muy femeninas

La mujer de hoy no se detiene ante nada. Nuestro movimiento pretende, entre otras metas —y sabiendo la magnitud en que el machismo está instalado en el hombre—, la participación igualitaria de ambos sexos en nuestra cruzada. Sabemos de las dificultades existentes; no ignoramos las numerosas tareas por realizar. Pero en la lucha del día a día y en el asumir la condición de compañeros inseparables del macho y la hembra, está la clave para desterrar las ventajas que, en este sentido, posee el varón sobre la mitad del género humano. Quizás el origen de la experiencia que presentaremos a continuación no es el más edificante y, sin duda, tiene unas características revanchistas que no compartimos, pero la misma es un aporte valioso para nuestra lucha. Recordemos ahora nuestro lema: somos un movimiento de movimientos. Las mujeres que participaron en esta silenciosa batalla prefieren refugiarse, por ahora, en el anonimato. En consecuencia, yo leeré su testimonio, escrito por una de sus líderes:

«En conciliábulo, un grupo de rencorosas mujeres, hermosas aunque mayores de treinta años, decidimos promocionar una crema para hombres con el fin de desterrar el sexismo en la cosmetología. Sólo un machismo acérrimo puede validar este aserto absurdo: las canas y las arrugas masculinas son atractivas. Las tele, radionovelas y otros infundios intentan convencer a la población de semejante exabrupto. Los protagonistas, evidentemente treintones, hacen las delicias de una desmayada damita veinteañera... nunca al revés. ¿Cómo instrumentar un plan contra el estatus vigente? Ante todo, había que contar con el factor económico. La más joven de nosotras, de todavía abundantes y firmes atractivos, utilizó su privilegiada posición de hija de millonarios para establecer contactos con grandes casas de cosméticos. Después de numerosas reuniones, de negocio o íntimas, convenció a los altos ejecutivos de una de esas empresas de la necesidad de tan revolucionario producto. Con ironía, un gerente afirmó que los hombres se arrugaban menos que las mujeres por tener mayor cantidad de aceites naturales en la piel, convincente argumento para que tales menjunjes sean utilizadas por ellas y no por ellos. Es parte de la castigada condición del sexo débil. Nuestra militante contestó que la mayor parte de las cremas sólo servían para engañar a incautos y que su utilidad no tenía mayor importancia. Propuso una campaña publicitaria que uniera el uso de la crema a experiencias eróticas y planteara, así mismo, la igualdad entre el hombre y la mujer, magnífico gancho dirigido a las profesionales con poder adquisitivo suficiente para costear el cosmético y regalárselo a sus compañeros. La idea cuajó en el grupo de ejecutivos y en un lustro la empresa creció en proporción geométrica, dada su audacia ante consumidores nunca abordados. Cada vez se fabricaron cremas más sofisticadas, para evitar las bruscas separaciones a consecuencia de la compulsiva conducta de caballeros fanáticos que se embarraban del producto antes de hacer el amor. Lo único desagradable —aunque no grave— de esta situación, fueron las melindrosas protestas de mujeres tacañas y sin sentido estético, que gruñían y rezongaban debido a los exagerados gastos quincenales en "potingues", como llamaban estas alteradas damas a las cremas, las cuales por cierto se demostraron efectivas, a diferencia de las ideas expresadas por nuestra audaz militante, mencionadas en líneas anteriores. Afortunadamente, al aumentar la producción y la venta, los precios han disminuido. Todavía tenemos que vencer muchos prejuicios, pero, paulatinamente, las mujeres están tomando nota de las inestimables ventajas de una compañía reluciente, frente a la de una —quién sabe si elegante, pero siempre polvorienta ruina».

La enorme pantalla se oscurece. El video ha terminado. Miles de muchachos y de viejones delgados enfundados en jeans aplauden delirantes. El candidato, de pelo engominado y rostro blanco y liso, va a continuar su exposición:

«Gracias por sus entusiastas aplausos, jóvenes. Cerraré este mitin, dando a conocer mi plataforma de gobierno inspirada en los aportes de un grupo de expertos. La idea central que anima el lanzamiento de mi candidatura es poner coto de una buena vez al problema de la vejez. Paso entonces a leer mi discurso:

«Prometo solemnemente hacer realidad un proyecto soñado por nuestra victoriosa y casi impúber población, proyecto ya planificado en todos sus detalles por un grupo de calificados expertos, quienes, a estas alturas, poseen sólidos argumentos para un dictamen positivo respecto a viabilidad, economía y resultados. Los viejos serán colocados en la boca de un cañón. Acto seguido un paramédico disparará y los susodichos volarán al cielo en un viaje sin escalas. El objetivo de esta operación es el de asegurar para nuestros padres, abuelos y hermanos mayores un fin digno, rápido e higiénico. Los despojos serán debidamente despachados por zamuros y perros, medida adelantada por un grupo ecológico, atento a los desastrosos efectos del humo de los hornos crematorios, la polución producto de la quema de materiales tóxicos y el crecimiento geométrico de los cementerios. Es sabido que los camposantos son sitios inútiles que restan importantes áreas de tierra cultivable, las cuales podrían servir para elevar la ingesta de alimentos sanos y naturales en la población, ingesta que se traduciría en un crecimiento idóneo y feliz de la juventud, la cual además no tendría la espantosa impresión de ver ojos blanqueados por las cataratas, tropezar con barrigas infames, soportar el hedor a cuarto cerrado de sus abuelos. A consecuencia de tan ideal situación se refinará el sentido estético de los habitantes del país, convencidos de una vez y para siempre del valor de ese divino tesoro que se va para no volver y, además...».

2 comentarios:

  1. Espectacularmente irónica !. Me gustó mucho y lo voy a compartir . Muchas gracias !

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    1. ¡Hola! Sin duda, una de las cualidades de Gisela, que salta a la vista en este gran texto, es su manejo de la ironía. ¡Gracias por tu lectura y tu comentario, y por compartir el cuento!

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