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lunes, 5 de junio de 2023

EL ROMPEDOR DE BANDONEONES – Alí Reyes

El cuento que sigue es uno de los treinta cuentos seleccionados por el jurado del certamen Yo te cuento Buenos Aires IX, promovido por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Forma parte de la antología Yo te cuento Buenos Aires IX (2023) y es el único de autor venezolano del conjunto de textos que allí se reúnen, todos ellos con temas porteños. Pertenece a Alí Reyes y es un cuento breve y hermoso –tal como lo definió uno de los jurados en el evento de presentación del libro- que tiene la virtud de contar a Buenos Aires desde el habla de su gente, desde su música y desde uno de sus tantos personajes destacados, Astor Piazzolla.

Cuento que se publica íntegramente, con la autorización de Alí Reyes




EL ROMPEDOR DE BANDONEONES

Carátula de: Yo te cuento Buenos Aires (Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina - 2023) varios autores

Bandoneón arrabalero
Viejo “fueche” desinfla’o
Te encontré como un pebete
Que una madre abandonó

Pascual Contursi (Butín) 1928


Subieron ocho locos al escenario. Se suponía que iban a tocar tango. Pero por mi parte no entendí nada. En una de esas, se rompió un bandoneón y pensé que, sin duda, se había enojado con el Loco mayor.

Al final del aquelarre, salí a la calle aturdido. Pero a una cuadra del teatro, desde una rockola salía una canción de Gardel. Entonces me dije. Qué suerte, el tango todavía existe.


Este es uno de los extractos de las crónicas que los diarios reseñaron en nuestros primeros conciertos. ¡Cosas como esas pasaban! A la salida, el público discutía a gritos si eso era tango o qué criatura era.

Yo me involucré en esto cuando Piazzolla me citó en el cafetín Electra de Callao y Cangallo. Y todavía no teníamos el café en la mesa cuando arrancó a hablar con un entusiasmo inusitado. Parecía que al bajarse del barco que lo trajo de Europa, traía escondida una carga de dinamita en cada maleta para pulverizar los esquemas musicales de Buenos Aires y armar un escándalo nacional.

─Oíme Horacio, voy a formar un grupo diferente, de avanzada…

A esto le repliqué.

─Explicáme bien a qué llamás “avanzada” porque sabés que yo soy jazzista y a mí lo que me gusta es improvisar.

─¡Eso precisamente es lo que quiero que hagás, Malvicino, que improvisés a fondo!

Así de espontánea fue nuestra entrevista. El entusiasmo de Astor era tal que lo menos que hablamos fue de dinero. De todos modos, eso me tenía tan sin cuidado que cargaba la guitarra en la mano pues no me había preocupado en comprarle un estuche. Lo importante es que sabía que la iniciativa implicaba un esfuerzo, porque eso pasa cuando se quieren hacer cosas distintas.

Luego nos reunimos con Leopoldo Federico, un bandoneonista que dirigía una orquesta de radio y que era el más formal entre esa banda de extravagantes que llegó a ser el Octeto.

Entonces descubrimos que los arreglos introducidos por Astor funcionaban de lo mejor y daban nueva vida a cosas que, hasta hacía poco, nos parecían que más nunca iban a empatizar. Pues sí, y lo hacían hasta lograr el clima que queríamos, al punto de desnucarnos tocando en el escenario. En cierto momento ─y eso es lo que se lee en la reseña─ al propio Astor, en medio de un solo, se le rompió el bandoneón y Leopoldo tuvo que pasarle el de él. Pero lo que le faltó decir al periodista fue que había un tipo en un palco que nos venía desgranando chiflas desde el principio y en ese momento aprovechó para gritar a todo pulmón.

“¡Así serás de boludo, que ni el bandoneón te aguanta!”.

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