Bienvenidos a “Confesiones”, la sección de entrevistas con los narradores latinoamericanos que he creado con la intención de que podamos conocer un poco más de la vida de nuestros escritores, esos que con sus libros nos han regalado momentos inolvidables y hacen de nuestra existencia un paseo un poquito más amable.
Inauguramos esta serie con una entrevista muy especial, que nos permitirá descubrir más sobre el gran y querido escritor venezolano Eduardo Liendo (1941).
Conocí a Eduardo Liendo dos veces: la primera, sucedió cuando mi esposo y yo nos encontrábamos tomando un café con otro gran y querido amigo escritor, Armando José Sequera, en un pequeño café en la terraza de la Biblioteca Nacional de Venezuela. Conversábamos y, de pronto, Armando nos pidió un momento para saludar a un conocido, y no fue poca nuestra sorpresa cuando regresó y dijo: “¿Quieren que les presente a Eduardo Liendo?”, a lo que respondimos levantándonos de nuestros asientos sin dudar. Esa vez cruzamos un saludo y pocas palabras. Nosotros volvimos a nuestra mesa, emocionados y divertidos con las ocurrencias de nuestro acompañante.
La segunda, la que podríamos decir que cuenta como el punto de partida oficial de nuestra historia con el autor del entrañable Mago de la cara de vidrio, ocurrió uno o dos años más tarde, gracias a una buena amiga que se desempeñaba como agente literaria de Liendo, quien nos invitó a participar de la reunión de un grupo de lectura que compartiría con él impresiones sobre dos de sus libros más recientes. Fuimos y, desde entonces, no sólo tuvimos el placer de compartir un poco más con el hombre que había dado vida a libros tan queridos por nosotros como El round del olvido o el mismo Mago..., sino que se estableció entre nosotros una empatía muy especial, que ha hecho que los encuentros continúen y que podamos sentirlo, no solamente como el escritor al que admiramos, sino como a un gran amigo al que queremos muchísimo.
Eduardo Liendo es, sin duda, uno de los escritores venezolanos más importantes del siglo XX –y de lo que va del XXI-, y sus libros son referencia obligada para varias generaciones de venezolanos, que han encontrado en sus páginas ternura, humor, crítica social y el retrato de una Venezuela que ha pasado por mucho y sigue dando la pelea por ser feliz. Conversar con él es divertirse y aprender al mismo tiempo, y leer sus libros es una experiencia que nadie debería perderse. En 2014, pocos meses después de conocernos, Eduardo me prohibió hablarle de usted, por eso esta entrevista fue hecha así, hablándole de tú.
Gracias, querido Maestro, por tus palabras, por formar parte de la celebración del primer año de este blog y, sobre todo, por siempre estar.
Adriana Rodríguez: Cuéntame sobre tu infancia: sabemos que naciste en Caracas y que viviste junto a tus padres y hermanos, ¿cómo describirías esos primeros años de vida?
Eduardo Liendo: La infancia siempre estuvo allí, pero silenciosa y discreta, sin aspirar a ningún protagonismo ni relevancia en mi vida de adulto. Y después de largo tiempo, en algún momento, me fui haciendo consciente de que quizás ha sido la parte más vital de mi existencia. Nunca fui más libre que cuando jugaba en el parque el Calvario, que era entonces todo un bosque lleno de sorpresas para mí; nunca fui más valiente que cuando recorría las calles del barrio El Silencio y Caño Amarillo sin temores, a pesar de que tenía ya conciencia del peligro; nunca fui más feliz que cuando entraba al cine solo en funciones de vermut o matiné; nunca fui más hermoso que ciertos días favorables en que descubría en el espejo a un rostro cautivador; en fin, nunca fui más soñador y enamorado que a los doce años, con el amor recién amanecido. Agradezco a mis padres y a la abuela Dionisia que a pesar de nuestra pobreza me brindaran la posibilidad de ser feliz entonces. Tanto, como nunca más lo fui de modo tan auténtico. Algún incidente amargo lo ha borrado el tiempo.
AR: ¿Te definirías como un niño lector?
EL: Creo que sería exagerado decir que fui un niño lector en un sentido riguroso y disciplinado, pero caí bajo el embrujo de los suplementos ilustrados, recuerdo mi fanatismo por la serie española El caballero del antifaz que perseguí con obstinación. Algunos pocos libros entre los cuales recuerdo haber disfrutado de Las aventuras de Tom Sawyer. Y ya en el liceo Luis Ezpelosín la afamada Doña Bárbara. Allí me sorprendió la adolescencia.
AR: ¿En qué profesión te veías cuando eras niño? ¿O te interesó más un oficio particular?
EL: He contado con cierto humor cáustico que una profesora de Castellano y Literatura, después de rendir un examen me dijo: “Liendo, tú tienes madera”. Pero sin aclararme madera para qué, quizás ella quiso indicarme madera para carpintero, el digno y muy útil oficio de José, pero yo quise entender que era madera para hacerme escritor y desde entonces ando con esa posible confusión a cuestas. En cuanto a un oficio ideal imaginado desde niño no lo recuerdo, nunca quise ser bombero, ni piloto, ni médico; mi aspiración era mucho más modesta y concreta: deseaba llegar a tener algún día un juego de futbolín o futbolito en casa, y algo más tarde el objeto de mi ambición era ser dueño de una mesa de billar. En cuanto a vocación literaria, se manifestó tempranamente pero luego la pasión política la mantuvo a raya durante años. Pero quizás la mayor de mis frustraciones es no haber sido cantante, para lo que creo haber sido dotado. Pero esa es otra historia y como dice con cierta pesadumbre el poeta Enrique Federico Amiel: “Todo lo que es debe manifestarse y lo que nunca se ha manifestado, no era nada”.
AR: ¿Qué fue primero: la escritura o la lectura?, y ¿Qué te apasiona más hoy en día?
EL: Escritura y lectura son complementarias, para mí no existe una sin la otra, llega un momento en que se escribe con todas las lecturas que se han hecho, incluso inconscientemente.
AR: Menciona cinco autores irrenunciables o, al menos, si no irrenunciables, sí elementales o importantes en tu vida personal o como escritor.
EL: Lecturas de gran intensidad realizadas en el destiempo de la prisión: Juan Cristóbal (Romain Rolland). El lobo estepario (Herman Hesse). Rojo y negro (Stendhal). Ana Karenina (León Tolstoi). Canto a mi mismo (Walt Whitman).
AR: ¿Hay algún género que, a la hora de leer, prefieras sobre los otros?
EL: En términos específicamente literarios y en un sentido general me alineo con la novela, por su capacidad de transformación formal y su plasticidad y avidez para nutrirse de los elementos característicos de los otros géneros. Pero, de mi parte, no corresponde a una postura dogmática, de hecho el género ensayístico me ha proporcionado muchas gratificaciones como lector, por ejemplo: El laberinto de la soledad. Octavio Paz. Confieso que he vivido. Pablo Neruda. El segundo sexo. Simone de Beauvoir. La verdad de las mentiras. Mario Vargas Llosa. El tiempo hendido: acercamiento a la vida y obra de Antonia Palacios. Roberto Martínez Bachrich.
AR: Además de narrativa, ¿hay algún otro género que te guste (o que te gustaría) escribir?
EL: Todos los géneros literarios me resultan tentadores, de hecho, he incursionado brevemente en el periodismo de opinión (Papel literario. Tal cual). Mantengo un libreto teatral inédito: Las máscaras de Prudencio. Publiqué un libro de reflexión En torno al oficio de escritor (Lugar Común 2014 -Bruguera 2016) y cometí un atrevimiento poético que data de los años 70 (El visitante que nunca llegó) -permanece inédito, pero aun no he tenido el ánimo suficiente para destruirlo.
AR: Muchos escritores son apasionados de otras cosas además de la literatura: algunos son fanáticos del béisbol (como Paul Auster), a otros les gusta el submarinismo, a Hemingway la caza. ¿Qué otras cosas te apasionan aparte de la literatura?
EL: Me gusta el beisbol, pero me he convertido en un espectador (televidente) oportunista que solo ve las series finales, todavía sigo en la prensa deportiva las hazañas de nuestros brillantes peloteros, a lo que se agregan triunfos extraordinarios de la Vinotinto Sub- 20 y el de nuestras muchachas futbolistas en la Sub-17 con su estrella goleadora Deyna Castellanos y más recientemente aun el de nuestra campeona mundial de salto triple Yulimar Rojas y el magnífico salto, casi vuelo con pértiga, de Robeilys Peinado para ganar una de bronce que es un diamante para el gentilicio. Ese gentilicio venezolano tan aboyado en nuestros días.
AR: ¿Hubo alguna persona o hecho que resultasen decisivos para tu vocación de escritor?
EL: Creo que mi vocación se fue gestando muy lentamente, desde el gusto y regusto por ciertas palabras nuevas en la niñez, hasta hoy cuando puedo decir con cierto desenfado que escribo porque no me queda más remedio.
AR: Cuéntame sobre tus influencias literarias, si las hay.
EL: Siempre he pensado e incluso escrito, que la originalidad no es otra cosa que una mezcla de múltiples influencias, algunas de ellas indirectas e inconscientes.
AR: ¿Cuál es el libro que más has disfrutado escribir, o que te ha proporcionado más elementos y experiencia para entender y dominar el oficio como escritor?
EL: Pienso, y he experimentado, que escribir un libro supone adentrarse en muy diferentes momentos emocionales donde el disfrute es quizás solo uno de ellos. También el autor puede sufrir desánimos, frustraciones, arrecheras, complacencias y otros sentimientos intensos en el transcurso de una narración. Sobre todo, si es una novela larga. Creo que el “disfrute “se manifestaría sobre todo al final si la obra parece lograda. En este sentido la novela que más disfruté fue cuando El mago de la cara de vidrio fue aceptada y publicada. Quería decir que podía hacerlo, que con esfuerzo sería escritor. Es el pequeño libro que me dio identidad de escritor, como una partida de nacimiento.
AR: ¿Cuál es el libro que más has disfrutado leer?
EL: Para mí ese libro fue Juan Cristóbal de Romain Rolland, que leí en medio de una larga huelga de hambre de presos políticos en la isla de Tacarigua, es una obra de más de mil páginas y logramos salvarla del vandalismo de los guardias , yo debía tener entonces 21 o 22 años. Lo leí bajo la fascinación de la maravillosa historia que me hizo olvidar los padecimientos del hambre durante muchos días. Cuando años después mi vida retornó a la normalidad, solicité la obra en una biblioteca pública. Leí unas cuantas páginas y comprendí que la magia no se repetiría de un modo tan intenso. Me quedé entonces con el recuerdo de aquella lectura tan insólita como un hermoso sueño. Y mi agradecimiento al magnífico autor de la misma.
AR: ¿Hay algún tema o tópico literario que te obsesione? ¿Por qué?
EL: Considerando mi trabajo literario retrospectivamente, puedo apreciar una recurrencia en el tema de la otredad y más específicamente en la presencia del doble. Ser uno y múltiple. Ser el otro.
AR: ¿En qué otra época de la historia de la humanidad te habría gustado vivir?
EL: Me hubiese gustado vivir en una sociedad más libre y más dispuesta a ser feliz. Pero ante el maravilloso hecho de vivir solo queda el estado de gratitud, por haber nacido y aun continuar existiendo, de modo que acepto “las cartas que me han sido dadas” y trataré de jugar con ellas la mejor partida posible. Ser de otro lugar y tiempo solo es factible en términos de imaginación. Es lo que hago en algunas de mis ficciones.
AR: Una palabra que te desagrade.
EL: Ciertas palabras soeces que prefiero no repetir y menos escribir.
AR: Una palabra que te guste mucho.
EL: Hay muchas, pero escribo con cierta frecuencia la palabra ensoñación. Sin duda, me gusta ensoñar.
AR: ¿Hay alguna frase que puedas recordar,, que consideres tu máxima o lema?
EL: Por lo que me iluminan en determinadas circunstancias:
1- “La casualidad cuenta mucho en nuestras vidas, porque vivimos por casualidad”. Séneca.
2- “En mi vida he padecido muchas catástrofes que nunca se produjeron”. Marck Twain.
3- Una, modestamente, de mi propia cosecha: “La ideología es una cárcel muy poderosa”. E. L.
AR: Cuéntame si tienes un ritual de escritura, o cómo es la rutina cuando estás en el proceso de creación de un libro.
EL: He dedicado unas cuantas horas a investigar el tema del oficio del escritor, y sin considerarme un experto en el asunto he sistematizado lo fundamental de mi experiencia al respecto en un breve libro titulado En torno al oficio de escritor (Editorial Lugar Común 2014- Ediciones B Bruguera 2016).
AR: ¿Hay algún sueño literario que todavía no se haya cumplido?
EL: Escribir una gran novela. ¿Podré lograrlo? La ilusión es quizás lo último que se pierde.
AR: ¿Cómo te gustaría ser recordado por tus lectores?
EL: Decía el magnífico escritor venezolano Enrique Bernardo Núñez que” la mejor biografía es la propia obra y el mayor homenaje que podemos rendir a un escritor es leerlo”. Humildemente, y sin ninguna pretensión, me acojo a este veredicto del tiempo.
AR: ¿A qué le teme Eduardo Liendo?
EL: Tengo algunos temores, varios independientes de mi voluntad, pero hago lo posible por no dejarme dominar por ellos. Creo que ese es el fundamento de todo valor.
AR: Si tuvieras que vivir el destino de algún personaje literario (tuyo o de otro autor), ¿cuál escogerías? ¿Por qué?
EL: Quizás el escape fantástico de Temístocles Peralta, el hombre mosca, al final de mi novela Las kuitas del hombre mosca. Una prueba de que la imaginación no puede ser encarcelada.
Me ha gustado esta nueva sección del blog. Sólo faltó preguntarle a Liendo sobre sus cuentos favoritos.
ResponderEliminarFeliz con cada entrevista de mi admirado maestro, Eduardo Liendo. Su talento narrativo, su entrega al oficio con amor y persistencia solo pueden compararse con su sentido del humor, humildad e inteligencia.
ResponderEliminarExcelente iniciativa que, sin duda alguna, nos acerca más que al escritor, al hombre y su arte. Felicidades por este primer aniversario. Sigan los éxitos
ResponderEliminar¡Gracias por sus comentarios! Me alegra que esta nueva sección sea de su agrado, y creo que no pudimos empezar con mejor pie. Eduardo Liendo es un gran escritor y, sobre todo, un gran hombre y mejor amigo, y poder compartir esta entrevista me enorgullece porque es una forma de darlo a conocer, más allá de su prominente obra. Espero que no se pierdan las siguientes entregas de "Confesiones". ¡Felices lecturas!
ResponderEliminarEduardo Liendo es un crack de la literatura venezolana. "Contraespejismo" es uno de los mejores libros de cuentos que se han publicado en los últimos años.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, César. Suscribo tu afirmación, Eduardo Liendo es genial! Yo amo sus novelas, especialmente El round del olvido y Contigo en la distancia, que son de mis imprescindibles. Y admiro su habilidad para la narrativa breve. ¡Saludos y hasta la próxima lectura!
ResponderEliminarEste Blog y esta entrevista es un gran descubrimiento para mí comunidad de lectores. Gracias por esta gran entrevista, tan cercana con el Maestro Liendo ❤️❤️❤️❤️
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